En otoño, época en la que los bosques de ribera nos regalan una paleta de colores opuesta al verde tan característico de nuestra tierra, te propongo hacer una senda fluvial donde no solo disfrutarás de un agradable paseo por la naturaleza, también vas a descubrir un total de 15 molinos harineros construidos a partir del siglo XVIII, en el concejo de Villaviciosa. Una ruta que recorre las parroquias maliayas de Argüeru y Careñes, y termina -o empieza- en la Playa de Merón, punto significativo de la Costa Jurásica Asturiana.

 

 

De paseo campestre a desafío extremo

La Ruta de los Molinos del Río Merón se realiza por un sendero agreste, prácticamente llano y bien señalizado. Sin embargo, no es una ruta apta para personas que no gocen de buena movilidad. A lo largo de los 8 kilómetros de senda tendrás que vadear el río en multitud de ocasiones utilizando para ello rocas, troncos y todo tu ingenio. Obviamente es imprescindible llevar bastones de apoyo y calzado impermeable, especialmente, cuando el cauce del río crece tras las primeras lluvias. Al aumentar el caudal del río Merón la ruta se convierte en un auténtico desafío, especialmente al inicio de la primavera, por eso siempre conviene ser precavidos.

Los molinos harineros son elementos etnográficos de gran valor

Obras de arte de la ingeniería hidráulica inventadas por civilizaciones antiguas siendo, de hecho, una de las primeras máquinas creadas por el ser humano allá por el siglo III a.C. Este invento permitía moler más grano en menos tiempo, potenciando así el mercado de los cereales y sus usos, no solo en nuestra alimentación, también en el sector ganadero.

La construcción de un molino no era una tarea sencilla ni económica. Había que crear nuevos cauces, represar el agua, construir la edificación, etc., por ello solían ser de titularidad real o eclesiástica. Eran los únicos que podían hacer frente a una obra de tal envergadura. Con el paso de los años, artesanos adinerados y burgueses consiguieron su propiedad, siendo los molinos pequeños de uso unifamiliar, y los más grandes, alquilados a otros vecinos a cambio de un porcentaje fijo de cereal molido (maquila).

La cuenca del río Merón contó con 15 molinos harineros, señal de una gran producción agrícola en el concejo de Villaviciosa.

Ruta de los Molinos del Río Merón paso a paso

Circulando por la AS-256 toma el desvío a Argüeru (VV-4). A 550 metros encontrarás una señal de carretera anunciando la población de Manzaneu. Justo ahí, a mano izquierda, están las casas de Puente Robléu, inicio -o final- de la Ruta de los Molinos del Río Merón. Adéntrate por el camino y aparca el coche en la pequeña explanada habilitada. Junto a la última casa hay un pequeño puente de madera que da acceso a una pradera. Al final de la misma, en el extremo opuesto, hay una portilla con pastor eléctrico que debes abrir y volver a cerrar. Tras cinco minutos caminando junto al río encontrarás las ruinas del Molín de Modesto Tanganu.

Pocos minutos después, junto a un puente con una rueda de carro, se haya el Molín de L´Aturiellu. Aunque no lo parezca por su estado actual, se rehabilitó el siglo XX y data de 1787. Una portilla de madera te indica el camino a seguir. Bordea las fincas de recreo hasta llegar a un puente de hormigón. Ahí debes seguir el curso del río por el camino de la izquierda, de lo contrario volverás al núcleo rural.

La siguiente construcción que te encontrarás es el Molín de Perote, uno de los más interesantes de la ruta porque conserva la cabría (pinzas con las que se levantaban las muelas).

Estando en la Comarca de la Sidra no podía tardar en aparecer una pomarada. Recuerda que son propiedades privadas. No te desvíes de la senda y mucho menos, no te dediques a coger manzanas. Casi sin darte cuenta llegarás al pequeño Molín de Requexáu, fantásticamente rehabilitado y con mucha historia, pues fue el último en cesar su actividad.

Cruzando el puente de laja, y más de medio kilómetro después, aparece en la orilla contraria el Molín Campu.

Le sigue el Molín de Ferbeyón, único de la ruta que conserva parte del rodezno en el infierno (engranaje para girar las muelas).

La senda, delimitada por frondosos avellanos, se aparta ligeramente de la orilla y se ensancha. Paralelos al río pueden verse los viejos canales del gran Molín de Cerilo, el único de maquila en la cuenca del río Merón (se alquilaba a cambio de grano).

Seguidamente aparece otra pomarada que pronto se transforma en un terreno pantanoso y sombrío con multitud de raíces vistas. Es el tramo que requiere mayor atención para evitar tropezar. Pronto divisarás la gran pared de piedra del Molín Carbonera, aún mayor que el anterior. Hasta él llegaba una calzada de lajas, hoy oculta entre los helechos del monte. Prosigue el camino sin desviarte hasta que aparezca una pista en la otra orilla opuesta.

Ese camino comunica Argüeru con Careñes atravesando verdes praderas. En una de ellas encontrarás el Molín del Vayu, al que le han dado una segunda vida utilizándolo como vivienda.

Más adelante aparece el Molín de Posada. Una talla en el dintel de la puerta nos indica el año de su construcción, 1839. Le siguen las ruinas del Molín Nuevu.

A partir de aquí la senda se aleja del río hasta llegar al mayor salto de agua de la ruta y junto a él, el Molín de La Peña.

Las ruinas de los tres molinos que le siguen, Hevia, Bastania y Merón tardan en aparecer para, tras encontrarnos nuevas viviendas vacacionales, terminar en la Playa de Merón.

Tras la huella de los dinosaurios en la Playa de Merón

Antes de regresar puedes hacer un alto en el camino para contemplar las huellas de dinosaurios situadas en la ladera oeste de la playa. Como mencioné en la introducción, la Playa de Merón es un punto destacado de la Costa del Jurásico Asturiano por la presencia de 20 icnitas consecutivas, un yacimiento paleontológico muy singular.

Llegados a este punto puedes deshacer el camino andado (ida y vuelta 16 kilómetros) o regresar a Puente Robléu por la carretera (sumar 4 kilómetros más). Si optas por la última opción, sube la cuestona de Merón, atraviesa el núcleo rural de Abedules y prosigue por la VV-4 (tiene espacio delimitado para peatones en color rojizo) hasta llegar al punto de inicio.

Últimos consejos

¿No hay espacio para aparcar junto a las casas de Puente Robléu o prefieres bajar la cuesta de la playa en lugar de subirla? ¡Haz la ruta del revés! En la Playa de Merón hay una explanada de tierra con gran capacidad.

¿Te mueves en transporte público? El autobús interurbano que comunica Gijón y Villaviciosa hace una parada a la altura del desvío de Argüeru. Tan solo tendrás que caminar 550 metros hasta el inicio de la ruta en Puente Robléu.

¿Necesitas reponer fuerzas? En las parroquias limítrofes hay bares y restaurantes donde sirven platos de nuestra gastronomía asturiana, así como varios alojamientos rurales y áreas recreativas.

Así que ya sabes… ¡Disfruta del paseo!

 

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Texto y fotos: Ángela Delgado ©viajeros confesos